Ya han pasado 4 días
luego de la celebración de San Valentín.
Y todavía hay un ambiente festivo, alegre y sobre todo, muy bien mercadeado
que nos hipnotiza en la celebración del mes del “Amor”. Muchas parejas, sobre todo las más jóvenes viven
ilusionadas e inquietas esperando este gran día para manifestar sus
sentimientos de diversas maneras.
Regalos, flores, chocolates, salidas a cenar, a bailar, a viajar…en fin,
hay una inmensa variedad de gestos que salen a nuestro encuentro para ayudarnos
a mostrar al otro cuánto le amamos.
Siempre me ha llamado
la atención que mucha gente le llama a este día: “Día del Amor”, pero la mayoría
prefiere llamarlo: “Día de los enamorados”.
Y me parece bien curioso, porque el Amor y el Enamoramiento no son la
misma cosa aunque en muchas ocasiones se nos presentan con la misma pinturita.
Enamorarse es una de
las experiencias más hermosas que conozco.
Es una etapa en donde nos sentimos profundamente atraídos por esa
persona a la que llegamos a idealizar.
El solo escuchar su voz nos inyecta energía y nos mejora el ánimo. El tiempo se detiene cuando se comparte con
él. Nos sentimos literalmente flotando
en medio de sensaciones de bienestar, de placer, de “felicidad”. Nuestro mundo se reduce a su presencia y
giramos en torno a su persona y a sus actividades. Todo esto, alimentado ciertamente por la
reciprocidad de nuestros sentimientos.
Nos sentimos unidos a
esa persona, respetados, acompañados y amados de igual modo. Somos para esa
persona igualmente importantes y necesarios en su vida. Hay mucha complicidad, y fuertes deseos de encontrarse,
apoyarse, amarse. Y en la inmensa mayoría
de los casos, juega un fuerte papel las apariencias, el físico, el erotismo, la
sexualidad.
Somos capaces de
realizar grandes cosas al igual que muchas tonterías por el ser del cual nos
sentimos enamorados. Utilizamos todos los
recursos y medios necesarios para sostener la captación de su atención: modas, maquillajes, implantes, inyecciones,
cirujías…lo que fuera, todo es válido. Lo importante es mantener esa chispa que
se enciende cuando estamos juntos. Y sentirnos felices.
Para sostenernos “enamorados”
hace falta sentirnos acogidos, queridos, deseados, acompañados de igual forma
por la otra persona. De lo contrario esa
llama se va extinguiendo poco a poco o tal vez a pasos agigantados, pero
definitivamente morirá si no es cuidado.
Definitivamente que es
una etapa preciosa, que pinta nuestra vida de arcoíris. (Bien que decía mi abuelo:
“Lo mejor del mundo es estar enamorado”).
Pero,¿el amor? No, pienso que el amor es otra cosa.
Ciertamente la mayoría
de los grandes amores (aunque no todos), pasan por la etapa del
enamoramiento. Pero el amor es un
sentimiento auténtico, donde sí se racionaliza, a diferencia de lo que muchos
opinan. Hay una fuerza de voluntad, hay
una conciencia abierta y sobre todo:
libertad. No pasa igual en el
enamoramiento, donde nos sentimos atraídos por una fuerza superior y
experimentamos incapacidad de raciocinio.
Cuando se ama; no se siente
el rigor de la búsqueda de lenguajes “simpáticos” o amables. Al amar, se establece una relación en donde
las palabras tienen otra significación.
Hay mucha transparencia, sinceridad, respeto. Existe un auténtico deseo del bien de la
persona amada. Queremos que sea feliz,que se sienta realizado y pleno, aunque ello
nos excluya.
Cuando se ama, se conoce
muy bien al ser amado. Conocemos todas
sus virtudes, sus habilidades, sus dones; y no nos asustan ni agobian sus limitaciones,
sus defectos, sus desaciertos, sus pobrezas.
Y le tenemos una profunda admiración.
Frente a su humanidad, nos sentimos maravillados y fuertemente atraídos.
Al amar de verdad, llegamos
a adivinar las necesidades del otro, sus deseos, y también sus mentiras, y en ocasiones
a algunos, una doble vida. Y nos duele
que no se de cuenta de que la fuerza del amor es el motor del consuelo y el perdón
que todo lo puede. Y se sufre, ¡y mucho!
; pero por amor. ¡La de veces que
intuimos sus luchas, sus tentaciones! Y
también las muchas ocasiones en que el silencio es lo único que se nos permite aportar.
Al amar, las pasiones
humanas, lógicas entre personas que se aman; no son protagonistas de la
relación. Jamás serán condicionantes a
la permanencia de la pareja. Porque el
amor va más allá de la carne. Pensar
esto es tener una gran pobreza mental. Las expresiones del amor, siempre serán
eso: expresiones, no son fuente ni raíz de
lo fundamental. Y expresiones hay
muchísimas, todas las que el verdadero amor suele descubrir porque así es el amor: creativo.
Cuando se ama, se
privilegia un lugar único y especial en nuestro corazón para esa persona. Lugar
que nadie puede ni podrá nunca sustituir, como nunca se puede sustituir a una
madre o a un hijo(a). No pasa igual con
el enamoramiento. Pienso que podemos
enamorarnos muchas veces y con igual intensidad, pero amar…no, amar es otra
cosa.
Al descubrir el verdadero
Amor, no nos hace falta buscar a nadie más porque ya hemos encontrado esa
persona que nos hace vibrar, que nos alegra, que despierta en nosotros los
sentimientos más hermosos, auténticos, nobles.
Queremos verle, estar con él, ser su mejor amigo(a), su cómplice, su
compañero(a) de camino, su mano derecha, su confidente, su aliado (a), su
incondicional, su todo. Ese es el deseo
más profundo que inspira el verdadero amor, aunque la persona amada no desee
recibirlo y bueno, en ocasiones, hasta llegue a rechazar.
Cuando amamos, nos
sentimos motivados por el ser amado a dar lo mejor de nosotros, a ser mejores
personas, a abrirnos de modo incondicional a la vida. Nuestro deseo es poder servirle, apoyarle,
hacerle sentir cuán importante es en nuestra vida, cuánto nos aporta, cuánto
nos enseña, cuánto bien nos hace. A pesar de que muchas veces la persona amada,
ni se entera.
Pero el amor es así y
es muy independiente. No lo condiciona el
reconocimiento ni la reciprocidad de la persona amada. El amor no es esclavo de formas, ni de modas,
estilos, vanidades. No tiene miedo a la
enfermedad, a la vejez, a las torpezas, a los desaciertos, a las
limitaciones. El amor tiene el sello de la Cruz. Si no hay cruz, no es verdadero amor.
El amor es libre y es auténtico. Tiene la capacidad de escucha, de esa que
acoge siempre con ternura. La fuerza del
perdón, que supera la humillación, el engaño y la indiferencia. Y tiene la
dulzura de un corazón materno que está dispuesto siempre a acompañar, cuidar y
AMAR aunque sea desde el anonimato.
Así es el verdadero
amor…que definitivamente no es el enamoramiento. Ojalá
podamos enamorarnos menos y amar más…
" El amor es paciente, es bondadoso; el
amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta
indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal
recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad."
1 Corintios 13:4-6