Meditando
nuevamente el Evangelio de hoy pensaba en la necesidad que tenemos todos de que
el Señor nos imponga las manos, nos abra el oído y nos suelte la lengua…
Que nuestra
sordera quede anulada y seamos capaces de oir las súplicas, los gritos y
también el llanto de tantos que sufren hambre, sed de pan; de justicia y de
Amor. Quiébranos los tímpanos para que
podamos escuchar las voces de la miseria, de los que presos, de los marginados,
de los oprimidos, de los olvidados no de Dios, sino de nosotros mismos. Que el Señor limpie nuestro oído para poder
sintonizar con su Proyecto de Amor y entender y asumir nuestra postura ante
esta escucha…Que podamos escuchar y expresar ¿qué quieres que haga Señor?
Pero también le
pido a Dios que los pobres, los olvidados, los sufridos pierdan su sordera para
que puedan Escucharle a Él través de Su Palabra y a través de tantos hermanos y
hermanas que les piensan, que les quieren, que se les acercan con gestos
concretos y muy sencillos: en una
visita, al compartir un café, un trabajo, una oración, una conversación; en
donde se comparten los dolores, las penas pero también las alegrías y la Esperanza…
Que se caigan
los muros del silencio, ¡ Ábrenos el
oído Señor!
Suéltanos la
lengua para que podamos hablar palabras de justicia, de caridad. Que podamos transmitir un lenguage nuevo,
renovado, fresco, transparente, HUMANO, SOLIDARIO, FRATERNO.
Que podamos
transmitir no nuestras palabras que a veces resultan tan huecas, sino Tus
Palabras, esas que están cargadas de Verdad, de Fidelidad, de Amor. Palabras que liberan, que transforman, que
recrean, que dan Vida.
Suéltanos la
lengua Señor para que podamos hablarles de Ti de Tu Amor, de Tu Ternura, de tu
Pasión por todos y cada uno de nosotros.
¡Que seamos capaces de permitirnos una nueva comunicación, de estrenar
nuevos diálogos, de construir grandes puentes que nos permitan acercarnos!
Igual te pido
Señor que esas voces que hemos acallado también tomen la palabra…esos a los que
hemos hecho enmudecer, a los que hemos querido callar por tanto tiempo, que
hablen, que griten, que en total libertad nos digan lo que van sintiendo en su
corazón. Que nos reclamen, que nos
exigan que le compartamos tantas palabras que hemos recibido de ti y que
nuestro egoísmo las ha guardado en nuestro interior.
Que se escuche
Tu Voz en los Altavoces de la Vida, ¡Libera nuestra lengua Señor!
Mete Tu Dedo en
nuestros oídos, para estar atentos y responder con urgencia a Tu Llamada, a Tu
Proyecto. Que podamos escucharte en mis
hermanos, en todos, en especial en los que hemos ignorado…
Libera nuestra
lengua y quita las mordazas que no nos dejan pronunciar palabras honestas,
sinceras, profundas…palabras llanas: Tu
Palabra.
Enciende y
fortalece nuestro espíritu para continuar creyendo en que un nuevo mundo es
posible, cuando reconocemos con humildad que necesitamos que nos liberes, que
te acerques, que nos toques, que nos ¡ABRAS!
Gracias por ayudarnos a orar desde esta gran necesidad que tenemos todos de que el Señor nos repita: ¡Effeta!
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