Me siento a escribir solo un poco ya que no puedo abusar que me he sentido mejor hoy. Ayer no abrí la computadora en todo el día, descansé y tomé medicamentos; y pude dormir bien, gracias a Dios. Hoy, sí trabajé, pero tomando descansos cada media hora. No hay otra manera de aliviar los espasmos musculares que no sea descansando y no permanecer en la misma postura mucho rato. Y bueno, por eso no escribí anoche y hoy lo haré, pero quiero ser breve para no abusar.
Esta noche recordaba el evangelio que habla sobre “el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca…”.
Pensaba en la homilía de la misa de esta tarde y también, que escribí sobre la casa en una ocasión por aquí, en este Blog. El término “casa” me gusta mucho. Y esta lectura tiene mucha enjundia. Coincido perfectamente con el Padre en la reflexión que hizo sobre esta Palabra hoy. Y me pareció bien interesante cuando decía, que contrario a sentirnos en casa, es sentirnos divididos, fragmentados. Y que, cuando estamos atados a nuestros apegos, a las vanidades, a nuestros egoísmos, es cuando estamos fuera de “casa”, o sea, dejamos afuera la presencia de Jesús, que es quien quiere construir la casa, pero, con nosotros.
La casa es ese lugar donde nos sentimos a gusto, libres, cómodos. Estar en casa, es sentirse una protegida, abrigada, segura. Es ese espacio donde somos auténticos, sin disfraces, sin dobleces. Donde se produce el encuentro cara a cara con Él, sin prejuicios, sin culpas, sin reclamos. La casa es serenidad, paz, porque no estamos solos en ella, porque la casa está Habitada.
La casa es un símbolo muy hermoso y también muy fuerte. Es el lugar de la intimidad, nuestro espacio sagrado. Somos muy cuidadosos de invitar a personas a nuestra casa. No invitamos a cualquiera. Porque en nuestra casa, no tenemos inhibiciones, restricciones. Somos quienes somos, como somos y existe coherencia de vida, cuando está centrada en Él.
El que vive de apariencias, el que lleva doble vida, el que se encuentra dividido, ese, ha edificado su casa sobre arena. En la primera tormenta, quedará desvanecida, desaparecerá. En realidad, no se ha edificado una casa…sino una “estructura”, una fachada, de la que ciertamente no es de la que habla la Palabra. No se trata de esa casa. Se trata de mi vida.
Cuando fui por primera vez a Tierra Santa, compré una “Mezuzá”. Esto es un rollo de pergamino donde están escritos los versículos de dos partes del Deuteronomio, uno de los cinco Libros que conforman la Torá del pueblo judío. La Mezuzá es albergada en una caja, generalmente cilíndrica, que puede tener muchos tamaños y decoraciones y se coloca en la parte derecha de las puertas de la casa. Incluso, la mayoría de las familias judías, además de colocarla en la puerta de entrada principal, la colocan en todas las puertas del interior de la casa, a excepción de la del baño.
El objetivo de la Mezuzá, es que los habitantes de la casa recuerden a Dios al entrar y salir de la vivienda. Desde la Edad Media, se tomó como costumbre tocar con la mano la Mezuzá al entrar y salir de la casa, pudiéndose recitar lo siguiente: “Dios cuidará mi salida y mi retorno ahora y por siempre”. (los que vieron la serie Shitsel, pudieron darse cuenta de esta costumbre).
Hoy día, existe una gran preocupación por los judíos religiosos, porque se encuentran en que, algunos judós tienen una falsa noción de que la Mezuzá es el cilindro o receptáculo en vez del pergamino que se encuentra dentro. Esto se debe, a que siempre que una persona ve o piensa en la Mezuzá, tiene en mente la caja que lo contiene, dado que el pergamino en su interior permanece invisible para la gran mayoría de la gente. Y cuando vas a Jerusalén te encuentras con una inmensa variedad de cilindros, para todos los gustos y presupuestos. Desde plásticos, hasta de oro macizo.
Y por otro lado, desafortunadamente, por ignorancia, muchos hogares judíos exhiben en los marcos de sus puertas estuches muy ornamentales y decorativos, los cuales contienen pergaminos inválidos (porque no están escritos correctamente los versículos) en el mejor de los casos, o están ¡vacíos! La profundidad intrínseca del judaísmo ha sido desmantelada, dejando nada más que una fachada exterior.
Pienso que esto se puede aplicar perfectamente a la lectura de hoy. “El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena”. Podemos escuchar el Evangelio, podemos tener una Biblia bien bonita en nuestra casa, pero, si no damos testimonio con nuestra vida, si no seguimos a Jesús…seremos como los judíos que ponen un cilindro en la puerta de su casa, bien bonito, inclusive en oro de 14 kilates, pero vacío por dentro.
Bueno…ya me voy, pero antes, les dejo por aquí lo que contiene la Mezuzá (traducción al español) para aquellos que tengan curiosidad de saber:
"Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Bendito sea Su Nombre de Gloria de Su reinado por siempre.
Y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todos tus recursos. Y estas palabras que yo te ordeno hoy estarán sobre tu corazón. Y las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa y cuando andes por el camino; cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las amarrarás como señal sobre tu brazo y serán un adorno entre tus ojos. Y las escribirás sobre los marcos de tus puertas y de tus portones.
Y será que si vas a escuchar mis Preceptos que Yo te ordeno hoy, de amar al Señor, tu Dios, y de servirlo con todos tus corazones y todas tus almas. Y daré lluvia a tus tierras en el tiempo apropiado, la primera y la última lluvia, y vas a recoger tu grano, tu vino y tu aceite y Yo te voy a proveer de pasto en tu campo para tu ganado, y comerás y estarás satisfecho. Cuídense de no dejar que sus corazones sean seducidos y echados a perder y sirvan a otros dioses y se prosternen ante ellos. Y la ira del Señor caerá sobre ustedes y va a retener el cielo y no habrá lluvia, y la tierra no producirá su fruto y pronto serán expulsados de la buena tierra que el Señor les da. Y pondrán estas palabras Mías en sus corazones y en sus almas, y las amarrarán como señal en sus brazos y serán ornamentos entre sus ojos. Y las enseñarán a sus hijos y hablarán de ellos, cuando estés en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las escribirás en los marcos de tus puertas y en tus portones, para que se alarguen tus días y los días de tus hijos sobre la buena tierra que el Señor juró darles a tus padres, como los días del cielo sobre la tierra."
Nota:
Una Mezuzá debe ser escrita a mano sobre un pergamino genuino, preparado de la piel de un animal kashér. Un escriba entrenado especialmente para esta labor, llamado en hebreo "sofer", escribe cuidadosamente las palabras, utilizando una tinta negra especial y una pluma de ave. Las letras deben ser formadas según los requisitos de la "Halajá" (Ley Judía) y cada letra y palabra debe ser escrita correctamente, sin equivocaciones. Un error ó una letra que falte invalida todo el pergamino.
Es imposible saber si una Mezuzá es "Kashér" sólo mirándola, dado que parte de su validez depende del escriba mismo que la escribió. Por lo cual se debe tener el cuidado de comprar una Mezuzá, solo de una persona temerosa de Dios.
Un pergamino de una Mezuzá se ve así: