10 de diciembre de 2010

Pregón Navidad 2000 (escrito)


“No teman, la PAZ sea con ustedes, bendigan al Señor por siempre”. (Tb 12,17)
\
Esta noche resuena en mi garganta el eco de San Francisco de Asís cuando pedía paz para los hombres, para los animales, para las cosas, paz a la hermana luna, paz al hermano sol…paz, paz a todos ustedes…

¿Por qué quiero hablarles de paz?

Porque quiero transformar el odio en amor, la tristeza en gozo, la angustia y desesperación en esperanza, la enfermedad y la muerte en vida y resurrección.

“Yo estableceré la PAZ en su país y dormirán sin que nadie les moleste”. (Lv 26, 6)

¿Por qué quiero anunciarles paz?

Porque anhelo ver amanecer una luz radiante en tantos rostros sombríos, en tantas vidas apagadas, en tantos corazones solitarios, en tantos pueblos que viven en tinieblas y sombras de muerte.

¿Por qué busco la paz?

Porque sé que Dios quiere que el hombre sea libre, Dios quiere que el hombre sea feliz.  Dios quiere que el hombre tenga paz.

Me urge anunciar la paz, para que con más testimonio que palabras, seamos capaces de preferir la generosidad en lugar del egoísmo, la acción en lugar de la comodidad, la confianza en lugar del orgullo, el perdón en lugar del resentimiento, la verdad en lugar de la mentira.

“No hay PAZ para los malvados, dice Yahveh”.  (Is 48, 22)

El hombre necesita vivir en paz, el hombre anhela la paz, y ha estado siempre en busca de ella.  Me vienen a la mente el recuerdo de tantos hombres que se han sentido interpelados, urgidos, hambrientos de paz y de justicia:   Ghandi, Martin Luther King, Mandela, Madre Teresa, Juan Pablo II…y tantos otros que han llegado hasta ofrendar su vida en búsqueda insaciable de la fraternidad.

“Bienaventurados los que trabajan por la PAZ, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.  (Mt  5,9)

Pero el hombre ha sufrido su impotencia, y su limitación y se ha confrontado con su realidad.  No podemos conseguir la paz, no hemos sido capaces de inventar una tecnología que lo logre, y no la conseguiremos por nuestros méritos ni nuestros esfuerzos.  Nuestras manos son infecundas si están sostenidas por algo y no por Alguien.

Pero, no hay por qué desanimarse, esta noche yo les he traído una gran noticia:
Alguien que hace 2,000 años nación en Belén, de una Virgen llamada María, un Niño, Dios-con-nosotros, abrazado amorosamente por su Madre, bajo la atenta mirada de San José, al calor de los animales, y en compañía de los sencillos y humildes, ese Alguien sí saciará nuestra sed, ese Alguien sí es capaz de transformar nuestros sepulcros en ríos de agua viva!  Ese Alguien llenará nuestro corazón, porque es lo Único que nos traerá PAZ.

¡ ESE ALGUIEN ES JESUCRISTO!  ¡ JESUCRISTO ES NUESTRA PAZ!

“Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado.  Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre “Maravilla de Consejero”,  “Dios fuerte”, y “Siempre Padre”, “Príncipe de PAZ”. (Is 9,5)

Jesucristo es el centro del cosmos y de la historia.  Quien se acercó aquella noche en Belén y que se acerca en esta noche a nosotros sin saber de qué modo ni por qué caminos, pero que ciertamente sale a nuestro encuentro.  ¡Esta es la buena noticia!  Jesús se nos da, Jesús se nos ofrece, Jesús quiere quedarse con nosotros esta noche y siempre…

Y es a Jesús a quien cantaremos esta noche y en un himno de alabanza gritaremos con la voz potente del Evangelio.  “El Dios de la PAZ esté con todos ustedes, Amén”!  (Rm 15,33) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario