Estos días he estado escuchando reflexiones
sobre el Amor del Padre. Para algunas
personas se les hace difícil el poder “entender” bien esto. Y creo que una de las mejores cosas de ser
madre es que te ayuda enormemente a intuir lo que significa el Amor de Dios
Padre-Madre.
Precisamente en estas últimas semanas que
experimento la fragilidad de la vida en la de mi madre, entiendo que esto es
solo el principio de un largo camino donde la relación con mi Padre adoptará
nuevos modos y formas de encuentro, pero donde definitivamente continuará
siendo su Presencia, mi fuerza y brújula.
He pensado mucho en que si yo, siendo tan
insignificante, tan pecadora, egoísta, limitada, soy capaz de dar la vida sin
dudarlo ni un instante, por mis hijos, así de inmensa es la fuente del Amor de
la que recibo por Gracia, tanta fuerza. Y ciertamente que es la gran “Garantía”
que me anima y alegra.
Veo en mis padres, una historia de una larga
vida (más de 80 años) entregados al bienestar de su familia y de su
comunidad. Donde la acogida y el
servicio han sido siempre sus prioridades. Ahora, frente a la enfermedad,
siguen en pie, fortalecidos en la Fe, confiados en nuestro Padre, afianzados a
la fuerza del Amor, en medio de sus sufrimientos.
No todo son momentos difíciles. Hay momentos
hermosos, cotidianos, conversaciones, risas, llamadas y visitas de personas que
nos quieren bien. Momentos en donde la
presencia del Padre se hace tan ¡brutalmente visible!, como cuando veo que, a
pesar de la enfermedad y limitación de mami, de la preocupación y sufrimiento
de papi, de sus limitaciones; verlos preocupados por el vecino enfermo,
moviendo cielo y tierra por garantizar que tenga alimentos, medicinas y
cuidados, los que hasta ahora han suplido ellos. ¡Ese es el Amor de nuestro Padre! Un Amor que sigue emanando ternura, cercanía,
solidaridad, fraternidad, a través del testimonio de los que le aman y sirven.
Mis papas siguen testimoniando el Amor del
Padre, del que siempre está atento a nuestras necesidades, a pesar de nuestra
fragilidad, de nuestra pequeñez. Pueden
mostrarnos Su Rostro porque han descubierto la Fuente de ese Amor inagotable y
nos hacen partícipes a todos, de ello.
Son semillas de ternura; es el Reino que ya
está...
Soy testigo de la extraordinaria generosidad y capacidad de servicio a los demás,sobre todo a los enfermos, que tienen Don Carmelo y Doña Toñita. Soy testigo de la fe y la caridad que testimonian, fruto de muchos años de trato con el Señor, en un matrimonio donde el amor fiel de tantos años ha sido fuente de gracia y larga vida, no solo para ellos, sino para muuuuchos que se han visto beneficiados de su generosidad. Y además, un amor a la Iglesia, a través de su Comunidad parroquial, de la que han recibido tanto, y a la que, agradecidos, han servido tanto. Un privilegio de vida ser una partecita de su historia de vida. Seguirán contando con este hermano sacerdote.
ResponderEliminar