Tejedor de mortales
que pintaste las rosas
madrugaste maizales
que encubriste de niebla
mis colinas y valles
que en azul cristalino
bautizaste los mares.
Alfarero del alma
que soplaste ternura
y amasaste bondades
que en eclipse de amor
y en madero de sangre
fuiste signo patente
de un corazón de carne.
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