Hay un niño sentado
soñando sus miserias
con los recuerdos
asomados
en oscura pestilencia.
Tiene el corazón raído
al igual que su pantalón
lleno de remiendos y
parchos
que ya olvidó el color.
Tiene rota su infancia
y marchita su existencia
viviendo entre las
sombras
atestado de inocencia.
En compañía de su perro
escudriñando su llanto
que en madeja azucarada
le comparte su plato.
Deshilando las nubes
persiguiendo estrellas
preñándose los huecos
con caricias viejas.
Dibujando alegrías
caramelos, sorpresas
navegando ilusiones
inventando un planeta.
Alguien lanzó unas
monedas
que han sonado al caer
y te he visto a Ti nacer
vistiéndote de pobreza.
Y hoy Tú en ese niño
me vuelves a ofrecer paz
me revistes con dignidad
me das ternura y
tibieza.
Me estrenas una
esperanza
que siempre en Ti es
novedad
y a un delicioso manjar
me convidas a tu casa.
Y me arderá el corazón
cuando te vuelva a
encontrar
y con tu misericordia
sanar
mi más oscuro rincón.
Me muero por la ilusión
de verte en la fracción
del pan
porque te me quedarás
empapándome de amor.
Y como oveja y pastor
tendremos el gozo y la
paz
de habernos vuelto a
abrazar
en la dulce
reconciliación.
Hay un niño sentado
soñando sus miserias…
pasando hambre y
desnudez
y escuchando el sonido
de unas monedas caer.
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