Cerró la puerta y quedaron afuera las
fuerzas, las risas y el sol. Al entrar,
se le coló por los huesos, sin esperar, sin preguntar, de modo casi
atropellado, aquella vulnerabilidad tan indeseable como temida. Ya hace mucho tiempo
que desistió enfrentarla y que comenzó a intentar reconciliarse con ella. A fin de cuentas, era la única que le
esperaba siempre en casa…
Pero, al menos con ella podía ser auténtica.
Podía soltar aquel llanto que tanto trabajo le costaba esconder en el alma,
podía desmaquillar su fortaleza y darse el lujo de mirar a los ojos a la
soledad sin forzarse a evitar alguna lágrima, sin culparse por su debilidad.
La ausencia de voces la ensordecía en
ocasiones al punto de quebrarle, pero no tanto como la angustia de no haber
nadie que quisiera escucharla. ¡Y es que
tenía tanto que decir! ¡Tanto que
contar! ¡Tanto que compartir!
Las horas del día las había vivido con
tanta pasión que era imposible decir que pasó algún día igual al anterior. Entre sus pupilas llevaba atrapadas lunas
menguantes; cenizas y rojos atardeceres que la desbordaban. ¡Cuánto soñaba con poder volcar su andadura
junto a alguien que entendiera sus pasos y que admirara sus huellas! Junto a alguien que quisiera privilegiarle su
mirada y añorara el momento de su presencia.
Las horas de la noche, aquellas que
se esperan usualmente con muchísima ilusión, fueron tornándose velos rotos que
rompían con la estética de una experiencia llena de sentido a la luz del día,
de una vida polarizada por el Amor. Y se
le estrujaba la voluntad una vez más, mientras le robaban los sueños.
Soledad, tristeza, abandono; sentimientos
que siempre danzan por los rincones esperando la más mínima oportunidad para
empezar la fiesta. Siempre han estado persiguiéndola
inadvertida y constantemente como un perro a su presa. Ella siempre lo supo, aunque fingía no
verles.
Una vez más, entró a su habitación y en
sacral desnudez, recordó Quién la libera de toda incertidumbre, quién sabe
levantarla y sostenerle, quién con solo mirarla le infunde Paz …y abrió su
puerta y le llamó.
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