19 de agosto de 2022

“Lo que tengas que hacer hazlo ¡ya!” (Juan 13:27)

Hoy en la mañana recibí la llamada de un amigo del que hacía ya varios años no tenía noticias. Me alegró mucho saber que ha regresado a vivir a Puerto Rico y que se encuentra bien.  Y luego de los saludos “protocolares” surgió la obligada pregunta: ¿te casaste? ¿formaste una familia? ¿hijos?...

Su respuesta fue escueta, punzante:

No… De tanto postergarlo, se me pasó el tiempo…”

Dedicó sus años de juventud a formarse, estudiar, adquirir varios títulos, y una brillante carrera…luego, trabajo, viajes...pero no tuvo tiempo para buscar una compañera, una esposa; formar una familia.

No… De tanto postergarlo, se me pasó el tiempo…”

Tengo que reconocer que la frase me caló profundamente.  Sentí tristeza al sentir frustración en sus palabras y una estéril añoranza…

Para nada, es reprochable el estudiar, el superarse en la vida.  Pero también no es menos cierto, que no es lo único ni más importante.  Y que muchas veces nos equivocamos al pensar que esos logros como tantos otros colmarán nuestro corazón.

Son tantas las cosas que vamos dejando "para luego", "para después", "para mañana"....

Lo cierto es que la mayoría de las personas pasamos por esa etapa en que dejamos que lo que más nos guste o más fácil se nos haga, polarice nuestro tiempo y atención.  

Tiempo en que uno se piensa eterno, donde la vejez se dibuja vagamente como posibilidad para otros, inimaginable para nosotros. Donde la salud no es tema de preocupación y el trabajo, nuestra profesión y amistades satisfacen todas nuestras necesidades.

No… De tanto postergarlo, se me pasó el tiempo…”

Y luego, cuando ya tenemos más pasado que futuro, cuando nos vamos quedando solos con nosotros mismos; cuando la vida da un giro inesperado y enfrentamos nuestra fragilidad, nuestras limitaciones, nuestra humanidad, es cuando nos damos cuenta de que sin darnos cuenta hemos caído en la trampa de la “procrastinación”. 

La palabra suena tan fuerte (y fea) como su significado.  La procrastinación es la acción de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

Y hay personas a las que la procrastinación se les convierte en costumbre.  Y pasan toda la vida dejando tareas sin terminar, asuntos sin resolver, con las gavetas llenas de proyectos inconclusos y el corazón repleto de sueños sin materializar.

Leí en una ocasión que Leonardo Da Vinci tardó 16 años en terminar la Gioconda y por eso era normal que la familia de Lisa del Giocondo, (que en teoría le encargó el retrato) se hartara de esperar.  El retraso ayudaría a explicar por qué el cuadro nunca fue entregado a los Giocondos. Además, Lisa tenía 23 años en 1503. Y cuando Leonardo acabó, la joven ya se había marchitado...Además dicen que terminó su “Última Cena” porque su patrocinador lo amenazó con dejarlo sin fondos.

Definitivamente que Da Vinci padeció del mal hábito de la procrastinación.  Y como él, hay personas que viven así como norma de vida, otros lo sufren de modo ocasional; pero siempre es una situación bastante engorrosa que nos lleva a vivir al borde de las fechas límites y a sufrir de mucha ansiedad.

Nos pasamos la vida postergando cosas, proyectos, ideas; confiados en la errónea idea de que somos dueños del tiempo, de nuestra historia.  Ese viaje que soñamos hacer, lo vamos dejando para cuando nos jubilemos; el curso que deseamos hacer, lo posponemos para el próximo año, la dieta que queremos comenzar, ya será para el próximo lunes…escribir un libro, cuando me sobre el tiempo…

Y muchas veces, muchísimas veces, postergamos tomar decisiones importantes.  Posiblemente porque nos asustan las posibles consecuencias, nos causa vértigo el miedo a equivocarnos o a fracasar.

Al final, vivimos el presente, enredados en una madeja de futuros inciertos, con pasados atrofiados, rotos, inconclusos.  Es una situación que nos resta confianza en nosotros mismos, que nos amarga algunas horas de la noche, que en ocasiones refleja nuestra baja autoestima, nos paraliza y nos hace sufrir de algún modo.

No tengo una varita mágica para dar respuesta a la procrastinación, pero a mí me ayuda un poco, al concluir mi ratito de silencio, compartir con Él las tareas del día, mis trabajos, mis planes, mis proyectos.  Y le invito y le pido que me acompañe, (sola no puedo) y me anime a ejercitar buenos hábitos de la productividad que aminorarán caer en la tentación de la procrastinación.

Quiero vivir mi día a día con la serenidad de lograr concluir las tareas programadas, sin renunciar a soñar nuevos proyectos.  Consciente de mis limitaciones, pero sin hacer pactos con la mediocridad. 

Y le pido al Dios de la Vida, me conceda la gracia, que al final de mis días no tenga que reprocharme que "De tanto postergarlo, se me pasó el tiempo…”


La Biblia dice: «Señor, hazme entender que la vida es corta para así vivirla con sabiduría» (Salmos 90:12)

8 comentarios:

  1. Eccelente es para reflexionarlo mucho

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  2. Somos lo que decidimos y es el resultado de lo que somos y esto tiene mucho que ver en la manera en que hemos sido construidos.

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  3. Me ha hecho reflexionar tu escrito. Excelente.

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  4. Lourdes
    Excelente...

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  5. Gracias Gracias Gracias. Excelente para reflexionar 🥰🌺

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  6. Gracias Nancy la vida se pasa y se deslisa como el agua y se evapora , esta en nuestras manos darle sentido

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  7. Excelente reflexion. Cada uno debemos reflexionar en lo que tenemos que mejorar. QDLB

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