Cuando oigo que me
llamas
en la pena del amigo
y presiento en mis
entrañas
la semilla del buen
trigo.
¡ Cuánto deseo
responderte
y correrte por mis venas
y preñarme de tu amor
y agigantar la
respuesta!
¡Cuánto quisera Señor
que en mis surcos te
labraras
y que abonaras mi vida
de la más tierna
esperanza !
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