19 de septiembre de 2011

Desde El Limón el 14 de septiembre de 2011 (Reflexión)

               De pequeña me dijeron que lograría escucharte sólo cuando mi corazón fuera uno muy limpio, muy puro.  Y que te encontraría en la misa del domingo y en el rezo del rosario.  Debía privilegiar mi mirada sólo para aquellos que eran capaces de ser fieles, dignos…buenos. No debía perder mi tiempo en cuestionarme la vida, total: ya la vida es como es y no hay por qué preocuparse por cambiarla, a mi me tocaría sólo vivirla.
Luego, me fui dando cuenta de que te me ibas haciendo el Encontradizo en lugares insospechados; en el taller de teatro, en mi casa, y en aquel baile donde estrené mis primeros tacos altos.  Y pude escucharte en la canción de la radio, en el pregón del verdurero de mi calle y en la clase de sociales.
Te fuiste develando en los acontecimientos, en mis logros y también en mis fracasos.  En mis sufrimientos, desilusiones, alegrías, y hallazgos.  Te pude encontrar en la fuerza del huracán, en la lluvia que empapaba la tierra luego de una larga sequía, en la belleza de la flor, y en la canción de cuna que aprendí de mi mamá.
Te pude palpar cuando amamanté a mis hijos y cuando toqué fondo al conocer el dolor. Cuando la soledad invadió mi casa y la noche fue testigo del llanto más profundo que me causó el amor.
Y hoy ;  en este instante de mi vida: ¡cuán diáfano es tu Rostro para mí.!  ¡Qué belleza el encontrarte en la montaña, en el lago, en la tierra árida!  ¡Qué emoción tan grande cuando escucho el gallo al despuntar el alba, cuando la gallina se busca la vida escarbando la tierra de manera desesperada, y doña María afanosa barre el patio de la casa. 
Y allí estás Tú, en cada pálpito de vida, en la desnudez de la nada, en la totalidad de mi existencia.  Puedo verte cara a cara, y eso es lo más grandioso, que te siento, que me hablas, que te acercas, que me llegas, que te quedas…
Qué maravilla encontrarte en la humildad de Nené, en el servicio de Zuquito,en la fraternidad de Ysaac, de Manolo, y en la transparencia de los niños de la calle que buscan simplemente saludar.
¡Qué hermoso el poderte abrazar cuando abrazo a mi hermano, cuando en comunidad oramos juntos, te alabamos, te invocamos…te esperamos.!
Gracias por esta comunidad de Voluntarios en donde te haces presente.  En cada uno de ellos te muestras de modo singular:  en la ternura de Myrna, en la humildad de Johnny, en la espiritualidad de Yoselin, en la risa de Rut, la energía de Lumir, la pasión de servir de Mary Helen y la generosidad de Sebastián.  En todos ellos te me muestras, a través de su servicio, de su disponibilidad, en su ardor misionero, en su entrega, en su amor.
Y también tu presencia me sorprende en las carencias, en la ausencia del agua, en el calor, en los mosquitos; en la pobreza que hiere mis ojos y la impotencia que hace llorar mi alma.  Te me apareces en la mujer que busca la leña para cocinar, en los niños que no tienen maestros, en el agricultor que no tiene dónde sembrar, en aquellos que no te conocen y van mendigando un poco de paz.
Es grandioso encontrarte en todas las cosas, no tan solo en las buenas.  He bebido de tu tibieza, de tu ternura.  He vibrado al sentir tu mirada y tu abrazo me ha caldeado el corazón.
Me ha emocionado experimentarte a pesar de mis limitaciones y mi barro.  ¡Qué maravilla tu Presencia, que traspasa mi pecado!