27 de diciembre de 2018

Navidad...en pijama?


Estos días de Navidad son como siempre un tiempo especial, diferente, en los que siempre encontramos novedad en medio de tradiciones milenarias.  Son días de muchas celebraciones, actividades, fiestas, reuniones familiares, de encuentros con amigos, regalos, luces, música, adornos, en fin…negación total a la rutina.

Y nos metemos en una carrera desenfrenada que nuestro entorno consumista nos demanda cada día más.  Además de las preocupaciones tradicionales:  hay que pintar la casa para que esté bonita, hay que comprar el árbol, hay que comprar regalos, hay que coordinar fiestas, etc… vamos adquiriendo (¿o copiando?) otras nuevas.  

Ya no se decora solamente con luces y esferas…ahora le colocamos villas, trenes, cajas gigantescas repletas de luces led, muñecos que se mueven y bailan al tronar los dedos, bases giratorias (que hacen que gastemos más porque antes podíamos dejar una parte del árbol con menos adornos y así ahorrábamos un poco) etc.

En los patios, ya se ven mucho menos los nacimientos, ahora hay una gran variedad de inflables, renos, Cascanueces, muñecos de nieve, trineos y Santa Claus electrónicos y super modernos.  Proyectores que nos traen nieve en nuestras noches tropicales, luces led que podemos hacer que bailen con la música y así ofrecer a nuestros vecinos un show espectacular.

También la moda ha cambiado en estos días…y ya no hay que romperse la cabeza en ver qué traje me compro para la Nochebuena porque ahora la reunión de la familia es un “pijama party”.  El único dolor de cabeza es lograr que todos encontremos la misma pijama en todos los tamaños para que la foto familiar quede “exacta”.

Todas estas nuevas costumbres las vamos copiando de otros países, de otros lugares, de otras culturas y van haciéndose parte de nuestras tradiciones.  Son frutos de la democracia, de la globalización, de la libre expresión, y en resumidas cuentas, de diversidad de gustos y colores.  Todo esto va ampliando y diversificando los modos de expresión de un pueblo que siente la necesidad de celebrar en comunidad la alegría, y el gozo de este tiempo de Gracia. 

He leído muchos comentarios de personas que están en contra de estos nuevos modos, de estas nuevas formas...opiniones que respeto y creo comprender.  Pero, yo no puedo colocarme radicalmente en esa orilla.  Personalmente muchas de estas cosas no me llaman la atención, no se asemejan a mi forma de ser o mi estilo de vida, pero no me quitan el sueño, no me molestan ni me ofenden ni mucho menos creo que van a hacer desaparecer mis creencias o tradiciones.  

Al contrario, pienso que estas cosas son oportunidades para reafirmarnos y animarnos a compartir más nuestra identidad y nuestras creencias con los otros y no desaprovechar el tiempo en señalar o criticar.  Si a ti no te gusta un tren debajo del árbol, coloca tú un pesebre debajo del tuyo y no pierdas tiempo criticando al otro.  Tal vez la persona no ha puesto un nacimiento en su casa porque sencillamente no tiene uno, entonces, regálale tú uno.  Que no te gustan los muñecos de nieve? pues tú colocas al jibarito o una pascua o una estampa navideña puertorriqueña, pero no inviertas energías en criticar porque esto destruye, nos separa, nos enferma y nos paraliza.  

Cada uno es dueño (y responsable) de defender sus creencias, sus tradiciones y de darlas a conocer y compartir con otros para que éstas no mueran.  Expresa libremente lo que vas viviendo en Navidad de la manera que lo vas experimentando; de una manera alegre y sencilla.  Ofrece a todos signos de tu fe, de tu modo de entender la Navidad, de tus razones de hacer o no hacer X cosas en este tiempo, pero siempre desde el respeto, desde el Amor.  Expresa tu vivencia de la Navidad desde el corazón. 

Si una familia decide usar pijama en su reunión de Nochebuena, no lo critiquemos, sino más bien, veamos el valor que tiene el que se hayan comunicado entre sí, que hayan querido ponerse de acuerdo, que hayan pensado en celebrar juntos la Nochebuena e indiquémosle que eso es un signo evidente para nosotros de que son una familia que es capaz de dialogar, de escuchar, de acordar cosas juntos y hagámosle caer en cuenta de ello y felicitémosle!  ¡Qué más da si van en pijama o en falda! Ayudémosle a redescubrir el valor de la familia y sobre todo, ayúdales a percibir que en medio de ellos está el Niño que nace y que es Quien hace posible el encuentro.

No gastemos nuestras energías en lamentarnos por menudencias.  Abramos bien nuestros ojos y nuestro corazón para poder descubrir las manifestaciones del Amor que muchas veces pueden visitarnos en pijama.

3 de diciembre de 2018

Es lunes, el primero de Adviento.



Las pupilas han madrugado hoy al alba.  El sueño no ha sido capaz de acompañarme en este viaje de olvido y borrachera que con tanta ilusión esperé anoche.  Mi cuerpo lastimado de cansancio va desvelando sus inquietudes y preocupaciones, en búsqueda de respuestas a las mil interrogantes que le han arrebatado el sueño.

Y se marea con el olor a tierra mojada.  Afuera llueve…también dentro de mí. 
Me imagino en una casa grande, con un patio grande donde seguramente iría presurosa a llevar mis plantas para que pudieran recibir la lluvia, fresca, dulce, pura, noble.  Seguramente se pondrían muy contentas, y vestirían su mejor follaje…

No resisto la tentación y abandono la cama para ir a ver mis plantas. Me ha dado cierta tristeza ver cómo son testigos de la lluvia pero no pueden sentirla ni abrirse a ella.  Las imagino inquietas, como ha estado mi alma esta noche, y en un desenfrenado impulso arrancarse para ir a su encuentro y ofrecerle sus hojas, sus pétalos, sus raíces, su tierra con un profundo deseo de empaparse y estrenar vida nueva.

Intuyo mi necesidad:  Yo tengo que arrancarme de raíces, para echar unas más fuertes.  Cortar la mala hierba, mis egoismos, mis mezquindades. Podar mis debilidades, sacar las hojas que un día fueron hermosas pero que hoy, ya no sirven…están secas. No puedo dejar que sigan aferradas a mí, bebiéndome el alma, ocupando mi tierra y privando a que nuevas ramas puedan ocupar ese espacio.   

Quiero también mojarme, y abonarme de Paz… correr presurosa abierta a la Novedad, a esa lluvia que es la misma pero que es nueva, que es la vieja pero es la actual, a ese rocío mañanero que se me ha prometido y en la que tengo fe, que me llenará de Vida, Alegría y Esperanza.

Es lunes, el primero de Adviento.