Estos días de Navidad son como siempre un
tiempo especial, diferente, en los que siempre encontramos novedad en medio de
tradiciones milenarias. Son días de muchas
celebraciones, actividades, fiestas, reuniones familiares, de encuentros con
amigos, regalos, luces, música, adornos, en fin…negación total a la rutina.
Y nos metemos en una carrera desenfrenada que nuestro
entorno consumista nos demanda cada día más. Además de las preocupaciones tradicionales: hay que
pintar la casa para que esté bonita, hay que comprar el árbol, hay que comprar
regalos, hay que coordinar fiestas, etc… vamos adquiriendo (¿o copiando?)
otras nuevas.
Ya no se decora solamente
con luces y esferas…ahora le colocamos villas, trenes, cajas gigantescas
repletas de luces led, muñecos que se mueven y bailan al tronar los dedos,
bases giratorias (que hacen que gastemos
más porque antes podíamos dejar una parte del árbol con menos adornos y así
ahorrábamos un poco) etc.
En los patios, ya se ven mucho menos los nacimientos,
ahora hay una gran variedad de inflables, renos, Cascanueces, muñecos de nieve,
trineos y Santa Claus electrónicos y super modernos. Proyectores que nos traen nieve en nuestras
noches tropicales, luces led que podemos hacer que bailen con la música y así
ofrecer a nuestros vecinos un show espectacular.
También la moda ha cambiado en estos días…y ya
no hay que romperse la cabeza en ver qué traje me compro para la Nochebuena
porque ahora la reunión de la familia es un “pijama party”. El único dolor de cabeza es lograr que todos encontremos
la misma pijama en todos los tamaños para que la foto familiar quede “exacta”.
Todas estas nuevas costumbres las vamos copiando de otros países, de otros lugares, de otras culturas y van haciéndose
parte de nuestras tradiciones. Son frutos de la democracia, de la globalización, de la libre expresión, y en resumidas cuentas, de diversidad de gustos y colores. Todo esto va ampliando y diversificando los modos de
expresión de un pueblo que siente la necesidad de celebrar en comunidad la
alegría, y el gozo de este tiempo de Gracia.
He leído muchos comentarios de personas que están en contra de estos nuevos modos, de estas nuevas formas...opiniones que respeto y creo comprender. Pero, yo no
puedo colocarme radicalmente en esa orilla. Personalmente muchas de estas cosas no me llaman la atención, no se asemejan a mi forma de ser o mi estilo de vida, pero no me quitan el sueño, no me molestan ni me ofenden ni mucho menos creo que van a hacer desaparecer mis creencias o tradiciones.
Al contrario, pienso que estas cosas son oportunidades para reafirmarnos y animarnos a compartir más nuestra identidad y nuestras creencias con los otros y no
desaprovechar el tiempo en señalar o criticar. Si a ti no te gusta un tren debajo del árbol, coloca tú un pesebre debajo del tuyo y no pierdas tiempo criticando al otro. Tal vez la persona no ha puesto un nacimiento en su casa porque sencillamente no tiene uno, entonces, regálale tú uno. Que no te gustan los muñecos de nieve? pues tú colocas al jibarito o una pascua o una estampa navideña puertorriqueña, pero no inviertas energías en criticar porque esto destruye, nos separa, nos enferma y nos paraliza.
Cada uno es dueño (y responsable) de defender sus creencias, sus tradiciones y de darlas a conocer y compartir con otros para que éstas no mueran. Expresa libremente lo que vas viviendo en Navidad de la manera que lo vas experimentando; de una manera alegre y sencilla. Ofrece a todos signos de tu fe, de tu modo de entender la Navidad, de tus razones de hacer o no hacer X cosas en este tiempo, pero siempre desde el respeto, desde el Amor. Expresa tu vivencia de la Navidad desde el corazón.
Si una familia decide usar pijama en su reunión
de Nochebuena, no lo critiquemos, sino más bien, veamos el valor que tiene el
que se hayan comunicado entre sí, que hayan querido ponerse de acuerdo, que
hayan pensado en celebrar juntos la Nochebuena e indiquémosle que eso es un
signo evidente para nosotros de que son una familia que es capaz de dialogar,
de escuchar, de acordar cosas juntos y hagámosle caer en cuenta de ello y
felicitémosle! ¡Qué más da si van en pijama o en falda! Ayudémosle a redescubrir
el valor de la familia y sobre todo, ayúdales a percibir que en
medio de ellos está el Niño que nace y que es Quien hace posible el encuentro.
No gastemos nuestras energías en lamentarnos
por menudencias. Abramos bien nuestros ojos
y nuestro corazón para poder descubrir las manifestaciones del Amor que muchas veces pueden visitarnos en pijama.