19 de junio de 2018

Al cerrar la puerta...



Cerró la puerta y quedaron afuera las fuerzas, las risas y el sol.  Al entrar, se le coló por los huesos, sin esperar, sin preguntar, de modo casi atropellado, aquella vulnerabilidad tan indeseable como temida. Ya hace mucho tiempo que desistió enfrentarla y que comenzó a intentar reconciliarse con ella.  A fin de cuentas, era la única que le esperaba siempre en casa…

Pero, al menos con ella podía ser auténtica. Podía soltar aquel llanto que tanto trabajo le costaba esconder en el alma, podía desmaquillar su fortaleza y darse el lujo de mirar a los ojos a la soledad sin forzarse a evitar alguna lágrima, sin culparse por su debilidad.

La ausencia de voces la ensordecía en ocasiones al punto de quebrarle, pero no tanto como la angustia de no haber nadie que quisiera escucharla.  ¡Y es que tenía tanto que decir!  ¡Tanto que contar! ¡Tanto que compartir!

Las horas del día las había vivido con tanta pasión que era imposible decir que pasó algún día igual al anterior.  Entre sus pupilas llevaba atrapadas lunas menguantes; cenizas y rojos atardeceres que la desbordaban.  ¡Cuánto soñaba con poder volcar su andadura junto a alguien que entendiera sus pasos y que admirara sus huellas!  Junto a alguien que quisiera privilegiarle su mirada y añorara el momento de su presencia.

Las horas de la noche, aquellas que se esperan usualmente con muchísima ilusión, fueron tornándose velos rotos que rompían con la estética de una experiencia llena de sentido a la luz del día, de una vida polarizada por el Amor.  Y se le estrujaba la voluntad una vez más, mientras le robaban los sueños.
 
Soledad, tristeza, abandono; sentimientos que siempre danzan por los rincones esperando la más mínima oportunidad para empezar la fiesta.  Siempre han estado persiguiéndola inadvertida y constantemente como un perro a su presa.  Ella siempre lo supo, aunque fingía no verles. 

Una vez más, entró a su habitación y en sacral desnudez, recordó Quién la libera de toda incertidumbre, quién sabe levantarla y sostenerle, quién con solo mirarla le infunde Paz …y abrió su puerta y le llamó.