7 de agosto de 2024

De aniversario...

 

Hace treinta años que inicié un viaje llena de ilusión, con muchísimas expectativas y sin ausencia de miedos e incertidumbres.

Había completado un ciclo importante en mi vida:  dieciocho años trabajando para la empresa privada.  Realicé diversas tareas, en distintas áreas del mundo empresarial y fue un tiempo realmente pedagógico en mi historia. 

Durante esos dieciocho años fuí como una esponjita nueva, siempre deseosa de empaparme de conocimientos, de destrezas.  Iba “amueblando” mi cabeza de estrategias, números, estadísticas, al tiempo que fuí llenando mi corazón de rostros, de manos abiertas, de buenos amigos, de sabios consejos y de ansias por aprender y superarme cada día más y más.

Pero, en el 1994 mi vida dio un giro inesperado, casi violento.  Me ví ante la posibilidad de renunciar a trabajos que realmente eran buenos en todos los sentidos:  realizaba labores que me satisfacían, tenía buenos compañeros de trabajo, buenos beneficios marginales, plan médico, Seguro de Vida, buen salario, etc.  Un trabajo donde yo me “veía” crecer, donde tenía muy buenas oportunidades de labrarme un exitoso futuro para mí y los míos.  Me había estado preparando para ello…

Treinta años han pasado, donde me detuve a pensar, o mejor dicho, un buen y santo amigo me hizo reflexionar sobre si realmente eso que estaba buscando, me haría feliz?  Si buscándome a mí, no me encontraría al borde de un precipicio por un ego mal entendido.  Y me hizo ver que era ya el tiempo de levantar la mirada y darme cuenta que había finalizado ya el tiempo de aprender, el tiempo de buscarme y había llegado ya el tiempo de construir una nueva historia…

Y creí en él y en Él; y me dejé llevar.  Me permití dejarme acompañar por una familia, sí una gran Familia en donde (como en todas las familias) he experimentado muchas alegrías, tristezas, decepciones.  Pero doy fe de que el esfuerzo no dejó de avanzar junto al tiempo. Cada día una batalla, cada reto un escalón, y así se fue construyendo con empeño, con dedicación, con sudor, y también con lágrimas una nueva historia.  La historia que el Señor había escrito para mí.  Nunca pondré en duda de la intervención divina que una vez más me fue llevando con suma paciencia e inmenso amor a mi nuevo destino.

Hoy celebro este viaje, este largo transitar, con gratitud en el alma y sueños por realizar. Porque aunque el tiempo avance y cambie el horizonte, sigo albergando sueños en mi corazón.

Celebro estos treinta años llenos de historias, de lecciones, de metas compartidas, de alegrías y pesares, con humildad y profunda alegría. Lo celebro sintiéndome libre, sin temor y con renovado ardor.

Me siento sumamente agradecida, privilegiada y bendecida por estar aquí, donde ganándome el "pan" he conocido el verdadero Alimento y he gozado de la fraternidad, la amistad y la comunión. Qué dichosa verdad!? 

Estoy y estaré siempre agradecida por ello.  He crecido, madurado (y envejecido por supuesto) con y entre ustedes. Espero en el Dios de la Vida que el tiempo que me quede con ustedes sea como hasta ahora, un tiempo de Gracia.

En la aurora temprana y en el ocaso tardío,
mis pasos firmes forjaron caminos,
tejiendo sueños, hilando destinos,
con cada tarea, con cada desafío.

Treinta años de risas, de luchas y abrazos,
de metas alcanzadas y de aprendizajes vastos.
En cada proyecto, en cada jornada,
dejé un poco de mí, en la misión confiada.

Hoy miro atrás y veo el sendero,
las huellas que dejé, el legado sincero.
Hermanos de vida, desde el corazón,
hemos compartido mucho, en trabajo y amor.

Celebrar no es solo mirar lo logrado,
es agradecer por lo que juntos hemos sembrado.
Por los días duros y los momentos de gloria,
por cada capítulo escrito en esta historia.

Hoy queda solo decir: GRACIAS

al Señor, a Claret, a la vida.

Aún queda camino por recorrer

Que sea María mi compañía!