31 de enero de 2023

Todo tiene su tiempo...

 

Según Qohélet, los acontecimientos de la vida tienen un carácter cíclico.  Todo tiene su tiempo y caducidad.  Así pues, que no se puede estar toda la vida llorando…ni toda la vida haciendo duelo…

Según el libro de Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa:  tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de llorar, tiempo de reir; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar…(cf. Ecl 3, 1-8).

Los sicólogos dicen que cuando un duelo dura más de la cuenta, es sinónimo de alguna patología no resuelta. 

Pero, habría que preguntarse: ¿y durante cuánto tiempo es “normal”, “razonable” llorar? ¿Cuándo se supone que paremos el llanto y volvamos a reir?  ¿Cómo saber el momento de finalizar las famosas cinco fases que la siquiatra Kubler-Ross nos habló hace ya mucho tiempo en relación al duelo? ( Negación-Ira-Negociación-Depresión y Aceptación…)  Estoy segura, que no soy la primera, ni seré la única, ni última persona en hacerse estas preguntas…

En ocasiones, como hoy; llevo a mi oración personal (o llegan) estos pensamientos.  Pienso que el llanto no se puede encasillar en tiempo ni espacio.  Todos experimentamos la necesidad y a veces, urgencia, de llorar.  A fin de cuentas, el llorar no es otra cosa que la respuesta instintiva ante un dolor físico o emocional (esta es la definición del llanto, que leí una vez, visto desde un punto estrictamente fisiológico).  Por lo tanto, al llorar, expresamos a los que nos rodean, lo que vamos experimentando por dentro.  Y de este modo, damos signos de humildad, de transparencia y honestidad. 

El llorar nos da la dignidad de ser perfectamente vulnerables, sensibles y capaces de retar a una sociedad que enfrenta cada vez más, con indiferencia e indolencia el sufrimiento de los otros.

Todos lloramos al nacer, siempre habrá al menos, una persona que llore cuando muramos; pero no todos vivimos de igual modo nuestros duelos, ni tienen todos el mismo tiempo de duración.

Todos vivimos distintos duelos a través de nuestra vida. Una cosa es asumir sanamente la realidad de los sufrimientos propios de nuestra naturaleza humana, y otra muy distinta, aquellos que son causados por acontecimientos que nunca debieron ocurrir.  El llanto por la pérdida de un ser querido es distinta al llanto ante las injusticias, el hambre, la pobreza, el abuso de poder, etc.

Ante la muerte, la enfermedad, el llanto redundará en liberación.  Pero ante las injusticias, será siempre un grito reclamador.  Si lo dudan, solo habría que preguntarle a los familiares de las víctimas de los atentados a las Torres Gemelas, a las madres de Plaza de Mayo, a las familias de tantas víctimas de la trata humana y de tantas atrocidades e injusticias de las que lastimosamente somos testigos.  

Por eso, llego a la conclusión que es fundamental que el llanto reclame su espacio y su tiempo para el duelo.  Que lejos de querer asumir una actitud derrotista, o masoquista, nos ayude a recordar nuestra fragilidad, nuestra pequeñez y nuestra necesidad de abandono y confianza, en el Protagonista de nuestra historia. Y cada quien tomará el tiempo que necesite para ir transformando el llanto en Paz…

Pero, el llanto que ocasiona el egoísmo del hombre, ese llanto se debe inmortalizar.  No se puede clausurar el dolor, hay que reivindicar a cada víctima con el recuerdo permanente de cada rostro, de cada nombre, de cada persona.  Ese acto será siempre un grito, un genuino reclamo de justicia y un recordatorio de lo que somos capaces, cuando jugamos a ser el  protagonista de la historia.

5 comentarios:

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  2. 2023
    𝑬𝒏 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒄𝒂𝒔𝒐, 𝒄𝒓𝒆𝒐 𝒉𝒖𝒎𝒊𝒍𝒅𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒙𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒂𝒅𝒆𝒎𝒂𝒔, 𝒚 𝒆𝒏 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒏 𝒎𝒐𝒅𝒐, 𝒖𝒏 "𝑳𝑳𝑨𝑵𝑻𝑶 𝑪𝑶𝑴𝑷𝑨𝑺𝑰𝑽𝑶". 𝑬𝒔 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒗𝒊𝒗𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒙𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏 𝑨𝑵𝑯𝑬𝑳𝑨 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒄𝒂𝒓𝒈𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅 𝑷𝑶𝑵𝑰𝑬𝑵𝑫𝑶 𝒆𝒔𝒆 𝑨𝑴𝑶𝑹 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒔𝒂𝒃𝒊𝒍𝒊𝒛𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒔𝒖𝒇𝒓𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐, (𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐 𝒚 𝒂𝒋𝒆𝒏𝒐) 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝑪𝑹𝑬𝑬 𝒆𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒆𝒍 𝑨𝑴𝑶𝑹 𝒆𝒔 𝒄𝒂𝒑𝒂𝒛 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒅𝒊𝒎𝒊𝒓 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓, 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂𝒓𝒍𝒆 𝒂 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒋𝒖𝒔𝒕𝒊𝒄𝒊𝒂 𝒔𝒖 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓 𝒗𝒆𝒏𝒆𝒏𝒐𝒔𝒐 𝒚 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒓𝒖𝒄𝒕𝒊𝒗𝒐. 𝒀𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒓𝒍𝒆 𝒂 𝒆𝒔𝒆 𝑨𝒎𝒐𝒓, 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒎𝒊 𝒆𝒔𝒆 𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒆𝒔 𝒖𝒏𝒂 𝑷𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂. 𝑬𝒔 𝑱𝒆𝒔𝒖𝒄𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐. 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐𝒔 𝒔𝒂𝒍𝒗𝒂.

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  3. Ante cualquier dolor, llanto, sufrimiento y amargura, siempre existen otr@s (ángeles) que están a nuestro lado, buscando el bien de uno, con tal de devolver la alegría que desea nuestro Padre que disfrutemos como hijos suyos. La carga es imposible llevarla sol@. Solo basta mirar como el Señor nos levanta, a través esos seres, para que finalicemos esa etapa, de la otra y la otra, hasta regocijarse alegremente el amor divino que El desea en sus hijos.

    Abrazo!

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  4. He escuchado que la corriente del niño ha modificado la inclinación de la tierra, también ahora el campo magnético ha ralentizado el giro de la tierra. Te imaginas el llanto de los seres humanos de toda la tierra? Las lágrimas podrán cambiar o transformar nuestra casa común? El acto de llorar nos hace terriblemente humanos. Y cuando más humanos somos es cuando estamos más cerca de Dios. Por eso bienaventurados los que lloran porque serán consolados. Cuando llegará la gran consolación? Mira, ya está sucediendo pero es invisible a los ojos…

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  5. Recuerda que nos tienes a nosotros, tu comunidad de hermanos seglares claretianos KALEO para llorar juntos por todas las razones que en algunos momentos de nuestras vidas nos afectan. Un abrazo de todos nosotros en el AMOR de Jesús, nuestro Señor.

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