19 de agosto de 2012

Sembrando café... (Reflexión)

¿Qué tal si me dedicara a la siembra de café en mi país y no a escribir?  Mi país se está quedando sin café, ese es el grito de los caficultores.  Durante la cosecha de este año, se perdió cerca de un cincuenta por ciento de la producción…ha aumentado el consumo del café pero la industria es cada vez menor.  Se necesita mucha constancia, dedicación, paciencia y tiempo para cultivar café.  ¡ Y yo he invertido tanto tiempo y he sido tan constante en escribir palabras que no le hablan a nadie,  versos que no inspiran a nadie, y no he aportado nada a nadie con mis letras !  Tal vez fuera más sensata si me dedicara a sembrar café.

Si lo hiciera, hundiría mis manos en la tierra húmeda; la cortejaría y esperaría pacientemente porque me respondiera con un verde saludo.  Luego que me haya coqueteado con una plantita de café, me dedicaría a acompañarla día a día, la abonaría, le daría de beber y le peinaría sus rizos indeseados.  Sería capaz de cantarle y de echarle piropos por cada pulgada de crecimiento alcanzada.  Estaría dispuesta a enfrentarme a sus gusanos, a los insectos indeseados que pretenden dañarla y hasta sería capaz de compartir su foto con mis amigos…y luego, me emocionaría su parto.  Tomaría con sumo cuidado sus granos maduros y los llevaría a bañarse de sol y luego, terminaría de limpiarlos antes de molerlos.  Y al final, celebraría con una buena conversación con un buen amigo y por supuesto con una buena taza de café que definitivamente tendría un aroma tan inconfundible, tan incomparable!

Conectaría con la Madre Tierra, le haría sentir útil, deseada, necesaria.  Le daría la oportunidad de ofrecerme su útero, ese que es capaz de sorprendernos con tan poco esfuerzo de nuestra parte…y aceptando sus dones le demostraría mi profundo agradecimiento.

Definitivamente, debo sembrar café  y no continuar con mis escritos…

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