27 de enero de 2021

Por un amado y entrañable amigo...

Ayer escribí sobre la inmunidad mental y varias personas me contactaron para decirme que les había gustado mucho el tema y también otras me escribieron agradecidas porque aparentemente sintieron que les ayudó a clarificar algunas experiencias que están viviendo en estos momentos.  Me sentí muy contenta de dialogar incluso con personas que no conozco, y que por alguna razón leen este Blog y que me expresaron sentirse identificadas y apoyadas con lo que escribo.  Me siento muy agradecida con el Dios de la Vida por esta bendición.

No soy experta en los temas sobre los que escribo, ni pretendo convencer a nadie con mis ideas, ni soy escritora, ni mucho menos.  Solo intento compartir lo que voy viviendo, desde el corazón…Desde ahí comparto mis experiencias, mis emociones, mis días soleados y también mis noches oscuras; con el ánimo de que tal vez mi experiencia pueda ayudar en algo a alguien en alguna ocasión. Y mientras, nos vamos acompañando durante el camino…

Y hoy voy a comentar algo relacionado al tema de ayer…

En ocasiones, los problemas o sufrimientos son tan dolorosos, que nos orillan hacia la angustia.  Y esta angustia nos paraliza y nos hace incapaces de ver soluciones.  Es normal que experimentemos esto en algún momento de nuestra vida, o tal vez, muchas veces. Para algunos, es más duro que para otros…

Un amigo, un entrañable y muy querido amigo, quedó desempleado hace unos días.  Luego de casi 20 años de trabajar en una empresa, lo han despedido.  Lamentablemente, ya se ha vuelto costumbre que al llegar a los 50; te catalogan como un empleado “viejo y caro”; y por lo tanto, hay que reemplazarlo por uno más joven, con nuevas ideas, con nuevas fuerzas, preferiblemente sin hijos por quienes preocuparse y sobre todo, con el salario base de la empresa, para que de paso; represente una economía.  Es así de fácil.  Es así de cruel…

20 años…son muchos años.  Es un tiempo donde se han construido muchas cosas juntos.  ¡Un espacio donde se ha compartido la vida misma! Lo triste es que en el año #20, las empresas comienzan a sufrir de mala memoria.  Y se olvida con suma facilidad el tiempo que el empleado dedicó a la empresa, (que suelen ser siempre sus mejores años, los de su juventud).  Horas extensas de trabajo, de lucha, de sacrificios, de entrega, de fidelidad, de proyectos, de sueños compartidos… Es así de fácil.  Es así de cruel…

En el año #20, la mirada es más fría y calculadora.  Nos ven como máquinas, no como seres humanos que vamos irremediablemente envejeciendo y probablemente, rindiendo menos.  Es así de fácil.  Es así de cruel…

Mi amigo me decía que está conviviendo con miedo e incertidumbres.  Y es comprensible… Está experimentando dolor, frustración y también ira.  Bueno, en realidad, el miedo y la ira son dos polos opuestos.  

Ante una situación “límite” como la que está viviendo mi amigo; nos preparamos para huir, cuando sentimos miedo; o para pelear, cuando sentimos ira.  Lo más normal es que la frustración o la rabia procedan del dolor.  Y me refiero al dolor emocional que es más habitual que el dolor físico.  Bajo la rabia se esconde el miedo a no obtener aquello que necesitamos, a no ser amados, a no ser tomados en cuenta.

Pero, cuando somos capaces de reconocer y expresar el miedo, o a admitir que nos sentimos amenazados, generalmente, conseguimos calmar la ira. Pero tenemos que estar dispuestos a admitir nuestra vulnerabilidad.  (Es que muchas veces nos da vergüenza aceptar que sentimos miedo o dolor.)  Pensamos equivocadamente, que si no fuéramos vulnerables, nunca sentiríamos dolor; pero no es así, sencillamente, porque esto es parte de nuestra naturaleza humana.

Si podemos sentir compasión por nosotros mismos, reconocer que sentimos miedo, dolor, frustración;  también sentiremos compasión por los demás, incluso por aquellos que provocan nuestra ira.  Y esto nos irá transformando.

Haciendo un poco de referencia al tema de ayer, de la inmunidad mental; leí en una ocasión que la ciencia afirma que el miedo constante, la ira sostenida o el odio recurrente, daña nuestro sistema inmunológico.  Todos hablamos siempre de tener un cuerpo sano y una mente sana.  Y una mente sana es una mente tranquila.  Y el miedo y la ira destruyen la tranquilidad.  Aunque al final, nos damos cuenta de que la ira no sirve para nada.  En realidad, solo ejercitando nuestra mente diariamente conseguiremos transformar nuestras emociones.  Así de sencillo.  Hay que luchar continuamente contra los mecanismos del miedo y de la ira, propios de nuestra naturaleza, o de lo contrario, exponernos a perder el control más a menudo de lo que estamos dispuestos a admitir.

A veces, nos sentimos super hombres o super mujeres y no lo somos.  Reprimir las emociones nunca es saludable y nos puede generar tristezas.  Y la tristeza es la peor amenaza contra la alegría, aunque irónicamente he experimentado que muchas veces, nos lleva a la empatía, a la compasión y a comprender lo mucho que nos necesitamos unos a otros.

Mi querido y amado amigo:

No soy sicóloga, sicoterapeuta ni tengo conocimiento alguno sobre conducta humana.  Te hablo desde mi maternal corazón, como amiga, como hermana.  Sé que es muy duro lo que estás viviendo, como también sé que lo superarás porque tienes los recursos para hacerlo.  Eres muy noble y esa bondad que compartes con todos, se revertirá en fuerzas para levantarte.  Eres una persona de fe probada y eso te posibilitará atisbar las luces en medio de la oscuridad.  Y conociendo tu pasión por dejarte interpelar por la Palabra; tienes total garantía de que sentirás Su Presencia, su Apoyo y Su Compañía en todo momento.  No estamos exentos de sufrir, pero sí invitados a amar y en todo momento.

Sé que el sentirnos escuchados, acogidos, amados por otros; nos da fuerzas y tranquilidad.  No estás solo.  Cuentas con mucha gente que te respeta, que te admira, que te quiere muchísimo y sabes muy bien, que también cuentas conmigo.  No reprimas tu dolor.  Que no te avergüence tu desánimo.  Hay tiempo para reír y también para llorar.  No pasa nada, lo importante es seguir caminando…¡Te rezo y abrazo fuerte!

4 comentarios:

  1. Son momentos muy duros, pues pierdes la estabilidad económica y muchas otras, pero nos da la oportunidad de ver con más claridad nuevos caminos y quizás el que tanto ansiabas y no encontrabas. A tu amigo, oramos por él y también aquí tiene un hermano que te da la mano.

    ResponderEliminar
  2. Gracias eso q vive tu amigo lo vivimos en carne propia y habría q agregarle otro ingrediente, la injusticia, nos sentimos impotentes, pero a veces se nos olvida q tenemos al mejor consejero y el nos apoyará en las buenas y en las malas. Tenemos q agarrarnos de las manos de nuestro padre y de la manos de nuestra MADRE María. ANIMO, DIOS ESTA CON NOSOTROS

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar