5 de junio de 2020

A los 82 días de mi cuarentena...

Viernes, al fin viernes….

Nuevamente he despertado con una llamada telefónica…y nuevamente muy temprano.  

Hoy fue un día algo difícil, con momentos de tensión, de frustración, de tristeza…en fin, un día de esos, que nos pesan un poco más que otros…

Hoy no fui al balcón de la casa. Luego del baño, preparé un rápido café y salí a la calle.  Sí, hoy tocó salir.  Había que ir personalmente a solicitar una cita médica para mi madre.  Yo me he mantenido en la casa, cumpliendo fielmente la cuarentena y no estoy saliendo a nada.  Primeramente, porque mi mamá es alto riesgo, 88 años, paciente de cáncer, etc.  Y con mucha probabilidad, se acerca una etapa donde necesitará ella de nuestra presencia y en todo momento.  Y necesito estar bien para poder acompañarla a ella y no enfermarla.  Además de que también soy alto riesgo (problemas con los bronquios, corazón…).  Pero, había que ir hasta la oficina médica y bueno, fui.

Al llegar al edificio donde están las oficinas del doctor, me encontré con una escena casi fantasmal.  Mientras buscaba la oficina no me encontré a nadie ni tampoco la oficina del médico.  Ya al final del pasillo, vi una luz encendida.  Toqué el timbre y al entrar me encontré con una inmensa sala vacía.  Al fondo, una secretaria con mascarilla, protector de plástico y vestida de astronauta, me indicó que ellos (una oficina de ortopedia) eran los únicos que estaban trabajando en ese edificio.  Ningún otro médico ha regresado a su oficina. Entre esos “ninguno”, se encuentra el médico al que iba a solicitarle cita para mi mamá…

Un poco confundida, encontré finalmente la oficina del doctor y corroboré, que efectivamente, la misma está cerrada “hasta nuevo aviso”.  Totalmente desconcertada, me dirigí a casa de mis padres.  Mientras iba de camino, un solo pensamiento me invadía. ¿Cómo le diría a mi madre que teníamos que buscar otro doctor? ¿Cómo explicarle que la pandemia nos ha volcado la vida misma? Ya no es algo rutinario, tomar el teléfono y en par de minutos acordar una cita.  Ahora toca esperar a que decidan reabrir una oficina, a esperar un turno y mientras tanto, seguir sorteando la salud y los que le acompañamos, seguir cuidándola.

Cuidar significa, entretejer el amor, con la ternura y la sensibilidad.  Se trata de dar atención y privilegiar tiempo para la persona amada. Siempre cuidamos a las personas que amamos y siempre amamos a las personas que cuidamos…

Cuidar implica acogida incondicional.  Es acompañar, velar; estar.  Es arriesgarnos en la entrega, en la donación, en los afectos.  En ocasiones, las personas a quienes cuidamos-amamos no logran entenderlo, o quizás somos nosotros los que no logramos exteriorizar la ternura que deseamos profesarle, o la paciencia que queremos compartirles.

El cuidar es una actitud relacional que tiene mucho que ver con la misericordia que hemos recibido primero de Dios.  Y sobre la misericordia, me viene a la mente algo que leí en una ocasión y que me causó mucha impresión.  Tanto es así, que no lo olvido. 

Se trata de un relato de los Padres del desierto.  Recuerdo que hablaba de un joven discípulo que su abad envió a visitar a otro hermano.  Ese hermano tenía un huerto en el Sinaí.  Cuando el joven llegó, le preguntó al propietario del huerto, si tenía algunos frutos para llevarle a su maestro.  El propietario le respondió que sí y le dijo que tomase él mismo todos los frutos que deseara. 

Acto seguido, el discípulo le preguntó si habría por allí también algo de misericordia.  El dueño del huerto se sorprendió de la pregunta y le pidió al discípulo que se la repitiera.  Y así lo hizo el discípulo, le repitió la pregunta tres veces.  Al final, el hermano, tomó un hatillo, se alejó del huerto y se adentró en el desierto diciendo:  “¡Que Dios nos ayude, hijo mío! Vayamos en busca de la misericordia de Dios.  Si no he podido dar una respuesta a un joven hermano, ¿qué haré cuando sea Dios mismo quien me interrogue?”

Hoy he sentido esa llamada a ser misericordiosa…con mi madre y con otros que quiero cuidar porque les amo y les amo porque les quiero cuidar.

2 comentarios:

  1. ...solo el que cocina la sopa sabe los hervores de la olla...Solo el amor nos da la fuerza...y DIOS ES AMOR💞

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