25 de marzo de 2020

Décimo día de mi cuarentena

Son las 4:35 a.m.  Me despierto un poco asustada porque pensaba que era ya media mañana.  Luego de diez días de libres y tardías levantadas; he activado hoy el despertador.  El Papa Francisco ha hecho un llamado a todos los cristianos de todas las confesiones del mundo, a unirse a rezar un Padrenuestro a las 12:00 pm (7:00 am hora de Puerto Rico) por todos los que sufren debido al coronavirus.

Volví a cerrar los ojos y retomé el sueño.  A las 6:50 sonó la alarma y me puse en pie. A las 7:00 en punto experimenté un momento verdaderamente emocionante.  El saber que estaba desde un rincón de mi habitación unida al eco de miles de voces, de hermanos de toda raza, color, edad, nacionalidad, género y credo, rezando a nuestro Padre, me hizo sentir conmovida. No creo que pueda olvidar fácilmente este momento.

Experimenté una sensación agridulce.  Por un lado, agradecida y feliz de sentirme enraizada a una Iglesia Madre. Sentirme partícipe de una gran familia que reconoce a un Padre Bueno. Y ser testigo de que todos lo creemos.  Porque, por algo hemos agendado este momento para junto a los otros, dirigirnos a Él, en total confianza.

Por otro lado, fue inevitable percibir un halo de nostalgia como telón de fondo tanto en la voz del Santo Padre como en la persona del Cardenal Comastri. Y es comprensible.  No habíamos enfrentado en décadas, un sufrimiento tan profundo y generalizado. 

Al finalizar el rezo del Padrenuestro, seguí conectada a la pantalla de mi teléfono y recé el Angelus. Debo confesar que es una de las oraciones que rezo con auténtica devoción. Hoy siendo el día de la Anunciación del Señor, era imperativo rezarlo.

El hecho de saber que María está desde el principio, me ha parecido siempre, alucinante.  Una mujer estuvo ahí, en ese increíble momento que cambió el curso de la historia para siempre.  Una mujer fue la elegida, la pensada y soñada desde la eternidad.  Una mujer de sandalias, de sencillas túnicas y pocos años. Una mujer es quien llevaría en su vientre al sol que nace de lo alto…

No, no voy a dar un discurso “feminista”, no se trata de eso.  Pero sí ciertamente llamaría el día de hoy (con el debido respeto, en realidad con todo el respeto del mundo), el Día de la Asociación.  Sí, porque Dios asocia a una mujer a su Hijo y por Ella, nos asocia a todos.  Asociación que es lo opuesto a la exclusión.  Dios elige a una mujer para dar cumplimiento en ella a un gran sueño:  Jesús.

Y para ello, se acerca a una mujer sencilla, de campo, desconocida en las redes sociales, sin fama ni dinero.  Y mira en ella su dulzura, su sencillez, su corazón generoso, su fidelidad.  Y en ella, quiere hacer morada, en ella, se nos acerca, y no para enjuiciarnos, sino para felicitarnos:  

¡Alégrate llena de gracia! Así quiere Dios tender un puente con nosotros, invitándonos a la alegría.

“No temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios”. Debo sentir confianza en que el Señor me ha mirado con ternura…

“Porque has mirado la humillación de tu esclava”. Dios se ha abajado lleno de ternura a una de sus criaturas más pequeñas, y hoy me mira con dulzura a pesar de mi pequeñez y debilidad…

“Mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador”. María ha encontrado la perla preciosa y nada fuera de Dios puede llenar su corazón.  Solo en Él puedo vivir una vida plena…

Por eso veo en Ella, en su itinerario de fe, a una compañera de camino, y a pesar de mis dudas, temores, oscuridades, a pesar de no comprender muchas cosas, quiero fiarme como Ella, de mi Padre y repetir: 

“Hágase en mí, según Tu Palabra”.  Porque el sí de María es uno para siempre, que iba afianzándose en cada cosa que le iría proponiendo el Padre a través de toda su vida.  Es el sí que me invita el Señor a dar una vez más, hoy Día de la Anunciación (de la Asociación).

No quise extenderme en compartirle parte de la reflexión que hice hoy.  Pero, ciertamente que ha sido parte de mi día.  Pero, además, para reforzar el sentimiento de pertenencia, nos hemos encontrado esta noche nuestra querida comunidad Kaleo, vía electrónica y de verdad que fue el colofón de mi día. 

Nos extrañamos muchísimo y a pesar de habernos comunicado por teléfono o whatsapp;  nada puede reemplazar la alegría de cruzarnos una mirada y descubrir en los otros la alegría de sabernos hijos de un mismo Padre, con una maravillosa mujer como María, como Madre y asociados por Ella a Jesús.  Mi comunidad de vida, mi familia, la extensión del Amor de mi Padre, el real y auténtico anuncio de salvación.

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