16 de marzo de 2020

TOQUE DE QUEDA


16 de marzo de 2020


Día 1

Hoy es el primero de los catorce días de cuarentena que ha decretado el gobierno de Puerto Rico, como una de las medidas preventivas, para detener la propagación del temido Coronavirus en nuestro país.

Ha sido un día algo extraño y confuso. Desde la mañana escucho el ir y venir de los vehículos, transitando frente a mi casa con total normalidad.  La misma cantidad de carros, las mismas prisas.  Hay bastante flujo vehicular, en realidad, como de costumbre.

Lo que ciertamente es diferente es ver espacios disponibles en el estacionamiento del centro comercial y la ausencia del paso del tren urbano.  Esta estampa evoca en mí, los muchos días sin electricidad que tuvimos luego del paso del huracán María.

Enciendo la televisión para escuchar las noticias en lo que voy preparándome el desayuno.  En algunos canales ofrecían de manera simultánea la misma información.  En todas, un afán indescriptible por convencernos de que estamos frente a un virus letal, muy peligroso, y que al momento la única forma para evitar el contagio no es enfrentarlo sino, escondernos de él.

Mientras desayunaba, continuaba escuchando la televisión.  Pensé que era una exageración y de muy mal gusto la repetición de las bondades de lavarnos las manos, del uso del “hand sanitizer”, de las “lógicas” razones para mantenernos en la casa, etc.  Llegué a sentir que nos trataban como a niños pequeños y sin capacidad de razonar.  No tardé mucho en comprender mi errónea percepción…

A los pocos minutos, saber que hay personas disfrutando de un normal día de playa…compartiendo con sus amistades, disfrutando del sol y la arena.  Otro grupo de personas jugando dominó en la Placita Barceló, al son de la música del Gran Combo, mujeres comentaban como cualquier otro día sobre la novela, otras quejándose de encontrar cerrado el salón de belleza. 

Informan además que la Policía ha intervenido a 2 guaguas llenas de turistas que se encontraban en plenas excursiones; 2 turistas ahogados; negocios repletos de gente comiendo y bebiendo como un día cualquiera...pareciera que no, que no se han enterado.  Pareciera que viven enajenados, que los han secuestrados y encerrados en una gran burbuja, de la que en realidad no quisieran salir.

Las noticias se amplían y siguen ofreciéndonos estadísticas, datos, medidas, orientaciones y reglas a seguir. Nos dan muchísimos consejos y motivan a que hablemos y compartamos con la familia, que nos sentemos a la mesa con los de casa, que preparemos una nueva receta para los nuestros, que organicemos los closets de la casa, que juguemos con los niños…

Y me pregunto: ¿y los que viven solos?   ¿Y los que estarán 14 días atrapados entre 4 paredes, escuchando solo las mismas voces diciéndoles las mismas cosas una y otra vez? ¿Los que no tendrán con quien hablar, con quién sentarse a la mesa?  ¿A quién le compartirán sus temores, cansancios, hastíos? ¿Con quién planificarán qué hacer durante el día?

Es un gran reto para un pueblo en donde hay una gran población envejecida y sola, viviendo solos, aunque tuvieran hijos o una gran familia…viven solos y antes de la amenaza del coronavirus.  Conozco a muchos ancianos que van a la farmacia y al supermercado diariamente solo para poder cruzar una mirada con alguien, sentir que alguien les presta atención, ofrecer y recibir una sonrisa, solo para poder hablar con alguien y sentirse escuchados. 

Otros, como mis padres, a pesar de tenerse uno al otro, viven conectados por teléfono con los demás.  Hacen llamadas a los familiares, a los amigos y hasta a las secretarias de los doctores que frecuentan y que ellos han elegido incluir en su lista de amistades, al cabo de encontrarse tantas veces en las citas médicas.  Al menos, ellos están juntos, muy unidos.

Pero los que sí viven solos, no pueden salir ahora de su casa, han perdido la oportunidad de relacionarse con otros, han perdido la excusa para vestirse y arreglarse para estar “presentable” para los demás, han perdido la oportunidad para hablar con alguien.  Pero ¿saben qué?, no han perdido la esperanza.  Esa que está en lo profundo del corazón de cada uno de ellos.  La esperanza que les garantiza que esto va a pasar, que esto no durará para siempre y que cuando pase la cuarentena saldrán con más fuerza y alegría al supermercado y a la farmacia, al centro comercial, a la iglesia, a la cita médica cargados de abrazos, de sonrisas y de muchas y hermosas palabras para compartir.

Yo por mi parte, me propuse no irme a la cama antes de sentarme a escribir cómo había pasado el día. Es uno de los 2 retos que me propuesto para esta cuarentena.  No he salido de mi casa, no he visto a nadie, no he hablado con nadie.  He leído, he trabajado, he dedicado un buen rato a la meditación, a la oración y reflexión; he respetado las reglas del gobierno, me he quedado en casa.

Ahora, a las 11:00 pm sigo escuchando el ruido de los vehículos que vienen y van y honestamente, me muero de curiosidad por saber cuál supermercado o farmacia estará abiertos todavía. (¿no hay toque de queda?)

3 comentarios:

  1. gracias Nancy por compartir tus reflexiones. Es bueno seguir escribiendo hace falta

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  2. Excelente reflexión. Ojalá llegue a muchas de las personas que necesiten palabras de ánimo durante sus dias solos en casa.

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