31 de marzo de 2020

Día 16 de la cuarentena...

Hoy, ha entrado en vigor el toque de queda a partir de las 7:00 de la noche y sigo sorprendida por la cantidad de personas que veo transitar en la calle todavía a esta hora (10:30 pm).  No hay congestión de tránsito, pero hay flujo vehicular, mucho. (Y es martes).  

Anoche, lamentablemente murió un hombre arrollado frente a mi casa.  Y leí en las redes sociales a muchas personas indignadas y furiosas al saber que había un hombre cruzando la avenida a las 10:30 de la noche, que dicho sea de paso, según informaron luego, se trataba de un deambulante.

¡Lo que no deja de sorprenderme es que nadie cuestionó qué hacía en la calle a esa hora, la persona que lo atropelló!  Se supone que estuviera en su casa desde las 9:00 p.m. y no sé a él (o a ella) pero en mi teléfono suena una alarma recordándome el toque de queda desde las 8:30 p.m.

No he tenido noticias sobre quién fue la persona que atropelló mortalmente a ese hombre.  Pudiera ser que fuera una persona autorizada, un policía, un médico, una enfermera, no lo sé, pero nadie lo cuestionó.  Suele pasar mucho en este país, que las víctimas pasan a ser los victimarios…  Que descanse en Paz.

Creo que, aunque la mayoría de las personas tienen una conciencia responsable del momento histórico que estamos viviendo, aún hay personas que se creen dueños de la patente de la inmunidad. Personas que vienen escribiendo el fantasioso discurso de la omnipotencia humana. ¡Este nuevo milenio será increíble para el hombre!  ¡Pronto tendremos 10G que nos permitirá una conexión sorprendente!  ¡El hombre llegará a Marte! ¡Habremos clonado seres perfectos!

Y llevamos ya mucho tiempo alardeando de los avances tecnológicos, del dominio que tenemos sobre las especies de la tierra, trasgredimos las leyes de la naturaleza para manipularla a nuestro antojo y hasta traspasamos los límites biológicos.  Buscamos afanosamente una pastilla que detenga el envejecimiento y nos exima de cuerpos caducos.  Gritamos a cuatro vientos nuestros éxitos en el campo de la ciencia y la economía.  Nos sentimos dueños del futuro y del planeta; y la soberbia hace que ignoremos  nuestros límites…¡Queremos ser dioses!

Pero, de pronto, llega un microscópico virus con una velocidad mayor a un 10G que ha puesto al hombre de rodillas.  Y el hombre no entiende nada, no encuentra la cura, no es capaz de crear una vacuna, no puede frenar a la muerte que ha invadido cada esquina del planeta y lo ha puesto a temblar.  ¿Dónde ha quedado la “grandeza” del hombre? ¿Por qué no aflora toda esa endiosada inteligencia que ha ido engrosando hasta ahora? 

Esta tarde, una amiga me comentaba que una teóloga, al hablar sobre la pandemia, hizo referencia al libro de Job. Una historia donde ciertamente se encuentra él desnudo de todo, esclavo de la soledad y el sufrimiento.  Me propuse volver a leerlo y hacerlo parte de mi oración esta noche.  ¡Y el Señor volvió a sorprenderme!

Durante mucho tiempo estuvo Job cuestionando todo, por su desgracia, por su mala suerte, por sentirse abandonado por Dios a pesar de su fidelidad.  ¡Es tan actual, tan pertinente Job en nuestra historia hoy!  Job pregunta constantemente.  Al final Dios da una respuesta. Y sus palabras son verdaderamente reveladoras, increíbles.  Les comparto solo un pedacito de esta joya:

“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¡Habla, si es que sabes tanto! .¿Sabes tú quién fijó sus dimensiones, o quién la midió con una cuerda? 

¿Sobre qué están puestas sus bases o quién puso su piedra angular, mientras cantaban a coro las estrellas del alba y aclamaban todos los hijos de Dios? 

¿Quién encerró con doble puerta el mar cuando salía borbotando del seno materno, cuando le puse una nube por vestido y espesos nublados por pañales; cuando le fijé sus límites y le puse puertas y cerrojos"

"¿Has llegado hasta donde nace el mar y paseado por el fondo del abismo? ¿Se te han mostrado las puertas de la muerte? 

¿Enseñas tú a volar al halcón? ¿Has examinado la anchura de la tierra?
Job 38

Y hacía caer en cuenta esta gran teóloga, que ante estas respuestas de Dios, lo único que Job pudo decir fue:

“Me taparé la boca con la mano. Me siento pequeño ¿qué replicaré?…” dijo Job (40,3) 
Creo que es lo único que podemos hacer hoy nosotros, reconocer nuestra pequeñez, volver la mirada al único y verdadero Dios; y taparnos la boca.

3 comentarios:

  1. El hombre a dejado de ver a Dios como el creador de todo. Piensan que tienen el control y no es así. Hay muchas cosas que no podemos controlar y como mencionas tenemos que taparnos la boca y reconocer nuestra pequeñez, ser humildes, agradecidos y sobre todo volver la mirada a Jesús para ver todo esto como una oportunidad de entender su grandeza.

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  2. Increíble ver cómo hay tanta gente que piensan que nada les puede pasar, se creen "omnipotentes" como muy bien lo expresas. Espero Dios toque sus corazones para que se hagan sensibles al otro que al fin de cuentas son sus hermanos.

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