5 de mayo de 2020

A los 51 días de mi cuarentena...

Un nuevo día, y con él, una nueva oportunidad de comenzar de nuevo.  Siempre se puede volver a empezar y colocar el cronómetro en cero.  Es el milagro de la gratuidad del tiempo que recibimos. 

El gobierno ha flexibilizado un poco la cuarentena, por lo que ciertos sectores del país han regresado desde ayer a una cierta “rutina” de trabajo.  Son pocas áreas, pero tal pareciera que fuera la mayoría de la fuerza laboral, por la cantidad de tráfico que hay en las calles.  

Además, las tiendas que supuestamente no deben estar operando aún y que no menciono los nombres por aquí, porque no les daré publicidad gratuita, sí que estaban hoy a tope.  De hecho, me consta, que llevan ya dos semanas operando de modo regular.

Tiendas que no solo tienen una sección de farmacia o alimentos, sino que venden desde ropa hasta máquinas trotadoras.  No tan solo están violando la ley sino que además con ese afán de lucro;  ponen en riesgo los grandes esfuerzos que se han hecho para controlar los contagios del terrible COVID.

Me comentaba un amigo que descubrió esta situación en la mañana de hoy, y ante su incredulidad, decidió entrar a la tienda porque quería corroborar personalmente, lo que ya le habían comunicado.  Efectivamente, paseó por los inmensos pasillos y enormes góndolas que estaban abarrotadas de todos los productos necesarios y también de los que nos hacen falsamente creer que lo son.  Las cajas estaban todas abiertas y en cada una de ellas, una empleada, por supuesto con su mascarilla, que combinaba perfectamente, con el uniforme.

Lo que he escrito hasta ahora no es novedad para mí y estoy segura que tampoco para la mayoría de la gente en mi país.  No es algo que a mí personalmente me quite el sueño.  Lo que sí me llama la atención es que en estas tiendas, como en las farmacias que sí están autorizadas a operar; se está dando un fenómeno ciertamente novedoso.

La mayoría de los que están asistiendo a estos negocios, no son los jóvenes inquietos, que se han cansado de estar encerrados en sus casas.  No.   La mayoría de los que están saliendo de sus casas diariamente y que visitan las farmacias, los supermercados y estas mega tiendas; son las personas mayores.

Tienen la hipoteca pagada, los hijos fuera de casa, se han jubilado y disponen de miles de horas libres.  Por eso se han convertido en los nuevos “cheches de la película”; los que encabezan las listas del consumo.  Y por eso, las multinacionales se arremangan para inventar productos y servicios dedicados exclusivamente a este sector, que estuvo olvidado por mucho tiempo, pero que ahora, se han convertido en el grupo mayoritario.

Este grupo, al que se comienza a pertenecer a partir de los 55 años, se encuentra en la etapa de los “escapes” porque no es nada agradable que te llamen y traten como una “persona mayor”.  Y eso, es harto conocido de los grandes publicistas de las multinacionales.  Ya no se habla de personas mayores y se ha pasado de la “tercera edad”, a la elegante categoría “senior”.  

Muchos años atrás, el comercio se enfocaba en promocionar productos para la gente joven.  Se entendía que luego de los 50 años, ya se dejaba de “consumir”, de gastar en productos que dejan un buen margen de ganancia.  Pero eso ha cambiado diametralmente.  Hoy día, los “seniors” tienen mejor salud, mejor educación y más poder adquisitivo y por eso son los que están constantemente en las mentes creadoras de las agencias publicitarias.  Y me temo que a pesar de estos “adelantos” siguen siendo una población vulnerable a la que pueden engañar muy fácilmente.  Y eso sí que es, motivo de preocupación.

Les hacen llegar a pensar en esta etapa, que ya se han ocupado toda una vida por la familia, por los hijos, por los nietos; y ahora les toca cuidarse y mimarse a ellos mismos.  Les insisten en que deben dedicarse a satisfacer deseos no satisfechos en otras etapas de su vida.  Se dejan vencer por la tentación de vivir “mirándose el ombligo”, con el pretexto de que a su edad ya no podrán hacer nada por cambiar la realidad; que los problemas de salud le superan, que las dificultades de los hijos les sobrepasan y que la única salida airosa es preocuparse por “lo suyo”.

La publicidad les habla constantemente de las cremas para borrarse las arrugas, tintes para borrar las canas.  Ya no es necesario pagar una mensualidad en un gimnasio, porque hay una gran variedad de máquinas y equipos que pueden utilizar desde la comodidad de su casa.  Hay descuentos en cines, en teatros, en restaurantes.  Todo se vale, siempre que se concentren en ellos mismos y se olviden de mirar hacia afuera.

No puedo imaginar qué hubiera pasado si los Tres Reyes Magos hubieran pensado así…porque en todas las imágenes que por siglos se han recreado, vemos a tres “seniors” persiguiendo una estrella, desafiando a un rey, y en búsqueda del verdadero Rey.  Tampoco me imagino cómo terminaría la historia, si Isabel no se hubiera arriesgado a llevar a buen término su embarazo de Juan, el Bautista.  Era una senior cuando quedó embarazada.  Hay muchos ancianos protagonistas de grandes historias que han ocupado muchas páginas de la historia de la salvación.  La Biblia da fe de ello.  Y todos han vivido todos los días de su vida lúcidamente apasionados y siempre en función de los otros.  Esta actitud es la que les ha hecho ser fieles a su identidad, esa que no tiene edad.

Por eso me preocupa que se pretenda robar esta hermosa etapa a nuestros mayores, o seniors.  Es la edad de sí preocuparse por hacer ejercicio para el beneficio de la salud, pero no por no aceptar las inevitables huellas del tiempo en nuestra piel.  Es el tiempo de conversar con los más jóvenes para compartirles esa sabiduría acumulada.  Visitar lugares no conocidos, indagar sobre los enfermos de la comunidad para ver si se les puede ofrecer alguna ayuda; ensanchar los horizontes con buenas lecturas.  Esto impedirá morir a los 70 para luego ser enterrados a los 95.

Este tiempo, es el de la entrega total y gratuita.  El tiempo de la transparencia, de la verdad.  Esto no excluye el que nos cuidemos física e intelectualmente.  Significa que deberemos procurar un estilo de vida sano, saludable, bueno, pero en función de los demás.  Porque la Vida pasa siempre por los otros.

Pero sobre todo, es el tiempo de apaciguar el Espíritu para dejarse Habitar.  No para quedarnos en posición de loto, sino para que escuchando el latido del corazón de Dios en nosotros, podamos intuir el corazón de los demás.  

"La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez".  
Proverbios 20:29

2 comentarios:

  1. Que verdad, lo vivo en carne propia, mi padre cuenta con 93 años y muy sano.
    Gracias Dios te be diga. I'm Mauricio jejeje

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