17 de mayo de 2020

A los 63 días de mi cuarentena...

Un domingo que nos trae nuevamente un intenso calor.  Sin embargo, contrasta con el fuerte viento que llevamos sintiendo hace ya un par de días.  Un sol espectacular, brillante, intenso.  El día estuvo sencillamente, hermoso.

Comencé mi día, con la celebración de la misa que estuvo igual de hermosa que el día de hoy. Siempre estaré profundamente agradecida, por los grandes esfuerzos que han hecho mis Claretianos, por mantenernos encendida la llama de la fe, de muchísimas maneras. 

Dedican muchísimas horas en la preparación de las eucaristías, planificación de actividades pastorales, reflexiones, encuentros formativos por Zoom, etc.  Hacen todo lo que esté a su alcance para que podamos experimentar en todo momento, la presencia del Resucitado entre nosotros.  Y ciertamente que lo logran.

Recibo una llamada de mi hermana.  Una invitación a almorzar.  Le ha llegado el resultado de la prueba del COVID 19 y ha salido negativa.  Está feliz y quiere celebrarlo. No me decido enseguida.  En estos 63 días solo he salido una sola vez, el Domingo de Madres a estar un rato, con mi madre y mis hijos.  Y con ese mismo argumento, me ha convencido mi hermana de que puedo ir a visitarla.  Ella está sana y yo no he salido de casa, por lo que asumimos que ambas estamos bien.

Quiere verme, le hace falta estar un rato conmigo, compartir la mesa….y a mí también…y a pesar de todo esto, dudo en salir.

También hay sabiduría en las dudas. Son intuiciones del corazón que van buscando aciertos, certezas.  Hay ocasiones que las dudas construyen y fortalecen el Espíritu y para un domingo, están bien.  Al final, opté por ir.  

Optar en cada momento de nuestra vida, con nuestras palabras o acciones, forman parte de nuestra libertad.  Acertar siempre, creo que sólo María supo hacerlo, claro, es que Ella era todo libertad.  

A nosotros suele darnos mucho miedo hacer uso de la libertad y no pocas veces nos justificamos de nuestras inacciones o silencios.  Nos asustan las palabras que pueden crear controversia y preferimos enmudecernos en algunas situaciones. En otras, caemos en la tentación de no cuestionar posturas que van en contra del Evangelio, y de ese modo, nos hacemos cómplices.

Finalmente, me venció el amor y almorcé con mi hermana.  Nos abrazamos con la mirada, con las palabras, con el corazón.  Hablamos, reímos, planificamos…

Había hecho un discernimiento en la mañana al que había invitado a Alguien a que me ayudara a hacer…opté, decidí ¡y acertamos!

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